8.6.17

Puentes

He estado quemando todo éstos puentes últimamente, porque ya ninguno parece llevar a algún lado.

Estoy más perdido que despierto, me desoriento entre mis delirios, vos sabes que yo nunca he sido capaz


de diferenciar entre realidad y sueño.


De lo único que siempre he estado seguro, es de ese sentimiento de querer huir y dejarlo todo, ese que siempre llega cada noche cuando miro a las estrellas.


Hay algo en mi estómago que lo grita hacia el cielo, como cuando hay peligro a la vuelta de la esquina, a excepción de que ésta vez, el único peligro es quedarme.



Han pasado un par de años desde que te fuiste, incluso desde que aparecieron la lágrimas por última vez. Hoy me desperté y encontré tu recuerdo atado a una de las esquinas de mi cama, se me llenaron los ojos de vergüenza al ver aún que todos los recuerdos de tu cuerpo no desvanecían; un gusto culposo, la lujuria siempre me tomaba preso cada vez que te me aparecías, que era más seguido de lo que me hubiera gustado.

Al borde de la cama me senté, y por sólo Dios sabe cuál vez, te pensé de nuevo. Tal vez la cuarta o la quinta vez ese día, la mente me jugaba trucos sucios, aunque yo ya me había acostumbrado a sus malas pasadas, siempre me tomaban desprevenido al igual que tus fantasmas. Me pregunté, como siempre lo hacía todos los días, a dónde te habrías ido ésta vez, con quién estarías, en qué calles estarías paseándote ahora. Nuestro sueño había sido Buenos Aires, sin embargo para cuando llegué ya era tarde. Otro puente vuelto cenizas, otro lazo más roto.


Crecí exactamente para volverme lo que siempre había querido, y aún así, sentía que algo faltaba. He estado yendo de ciudad en ciudad desde hace muchos años, nunca encontré lo que buscaba; algo para llenar ese vacío alrededor de mi ser. No soy infeliz, simplemente… Algo falta, siempre. Y ese algo iba amarrado a tu recuerdo.

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